Extractos del libro "Curiosidades del Camino de Santiago". Autor.- Juan Ramón Corpas Mauleon. Editorial Edilesa
A los pies del puerto, Molinaseca, con el santuario de la
Virgen de las Angustias a la entrada, de cuyas puertas los fieles y los
segadores gallegos cortaban una astilla (costumbre que prolongaron los peregrinos)
a la ida, y, a la vuelta, echaban por la rejilla los hocines con que habían
trabajado. Tras cruzar el puente, se entra en la larga y blasonada calle Real,
para cuya limpieza existe una pequeña presilla que desborda por ella el agua
limpia del río Miruelos, por aquí empedrado. Este sistema medieval, que existió
también en Puente la Reina de Navarra, sigue utilizándose en Molinaseca el 15
de agosto, último de sus fiestas patronales. La iglesia parroquial está
dedicada a San Nicolás.
Ponferrada
ya no tiene el puente de granito reforzado por grapas de hierro que levantó el
obispo Osmundo y dio nombre (Pons - ferrata) a la ciudad. La riega el río Sil
("el Miño lleva la fama y el Sil el agua") y la protege el formidable
castillo templario. Éste, construido en 1178, es de una armónica belleza que
sorprende gratamente al visitante y reúne una serie de características que han
llamado la atención de los estudiosos del Temple y que empiezan por su tamaño,
desmesurado para una pequeña encomienda muy alejada, además, de los frentes de
guerra. En él concurren varios de los Signos de Reconocimiento que aparecen en
los lugares que tienen un importante depósito espiritual. Así, la triple
muralla (recuerdo de los tres votos de los caballeros), la Rosa de los iniciados
en la puerta de entrada, el Bafomet, y la Tau. Pero, además, las doce torres de
la primitiva fortaleza imitan la forma esquemática de las doce constelaciones o
símbolos zodiacales: hecho del cual, a base de complicadas operaciones
astronómico - cabalísticas, el erudito Luis San Juan obtiene la siguiente
frase, escrita, según él, en la estructura del edificio como mensaje a los
iniciados: "En la taca que hay en la g de la ciudad cava, se sale a la
entrada del gran secreto".
Esta
circunstancia, unida a la frase de Fulcanelli en sus Moradas Filosofales
("El santo grial estaba custodiado por doce templarios, estas doce
custodias recuerdan los signos del zodiaco") y a la tradición que asegura
que los templarios encontraron y rescataron el arca de la Alianza de los
subterráneos de las ruinas del Templo de Jerusalén, convierte al alcázar
ponferradino en escondrijo de los dos objetos de mayor proyección mítica de la
historia de la humanidad: el grial y el arca.