Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

domingo, 23 de octubre de 2011

Los secretos del camino




El antropólogo y escritor Alan Morinis ha definido las peregrinaciones como una estructura ritual con diferentes significados, considerándolas de indestructibles a pesar de sufrir, incluso de manera radical, numerosos cambios culturales y religiosos. Peregrinar es algo tan cercano al hombre que sigue existiendo también cuando hay conversiones en masa a otras creencias o es considerado un acto de superstición por algunas autoridades religiosas. De igual forma se mantiene cuando el peregrino no tiene conexión con ningún credo.

¿Porqué este deseo de peregrinar? Quizás sea porque la necesidad de movimiento y espacio son factores importantes para el hombre y juegan un papel clave en nuestra manera de pensar. Tenemos no sólo un espíritu que hace uso del espacio sino también un alma -nuestro pensamiento- que está siempre en movimiento. Andar es el principal factor en la popularidad de las peregrinaciones. Herman Vuijsje –escritor y sociólogo holandés- peregrinó de Santiago de Compostela a Amsterdam y considera que andar un día tras otro es beneficioso y puede llegar a ser usado como un medio contra la depresión. Otro conocido caminante inglés, Bruce Charles Chatwin, escribe que drogas son recursos para gente que no saben que pueden caminar. Algunas investigaciones confirman los efectos curativos y espirituales del caminar. Quien se acostumbra a andar, dificilmente puede dejar de hacerlo y muchos corredores parecen ser adictos a andar. Con toda seguridad ambos escritores tienen razón.

Sin embargo, las claves se encuentran en el propio camino; peregrinar es mucho más que un ejercicio físico, es un viaje que recorremos hacia nosotros mismos, lo que nos lleva a conocernos mejor. El Camino de Santiago se identifica con la vida y al igual que en ella encontramos en nuestro viaje dificultades, pruebas, recompensas, alegrías, y dolor. Sin embargo, nada detiene a quienes quieren descubrir sus límites y fuerzas. Y no sólo una única vez. Movidos por la nostalgia se calzan de nuevo las botas y con las cosas más imprescindibles en la mochila vuelven al camino para seguir las flechas amarillas que les llevarán a Compostela.

Hay quien ha escrito que el camino es el mismo para todos, pero distinto para cada uno. Esto es el reflejo de los diversos y variados motivos que cada peregrino tiene para hacerlo. La cultura, la naturaleza o lo espiritual, incluso la aventura, son los más nombrados. A éstos motivos puedo añadir en mi caso, el arte, la curiosidad y el interés por todo lo que se relaciona con símbolos y tradiciones; pero por encima de todo cada salida al camino es un reto de carácter personal. El camino es una experiencia que además de exigir esfuerzo físico y mental, hace partícipe de una naturaleza donde cuentan los kilómetros, el tiempo y el cansancio. Afrontar los distintos paisajes, sendas, montañas y valles enriquece con sensaciones, deseos y comprensión hasta crear una alianza con el camino que recorres, participando con la imaginación y la buena voluntad. El resultado es un camino adaptado a tu propio ritmo; no creo que haya otro secreto.

Con esta seguridad regresamos del camino. Después de haber recorrido cientos de kilómetros, de subir montañas y descender sendas empedradas, atravesar campos y bosques con el dolor y el cansancio, de enfrentarse a los caprichos del tiempo, la naturaleza y los paisajes nos han hecho sensibles a un idioma que es difícil traducir en palabras. De vuelta en casa el contraste entre el camino y nuestro entorno es grande, pero las experiencias vividas facilitarán adaptarnos al ritmo diario. No será fácil por muy sincera que sea la voluntad, y siempre quedará la duda de qué puede hacer el peregrino para guardar algo del Camino como no sea volviendo a salir a él.


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