Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

martes, 7 de diciembre de 2010

Un hombre es revivido cuando su nombre es pronunciado (Inscripción en la tumba familiar de Petosiris)


Antón Hurtado


"Abrí mi boca a mi alma y respondí a lo que dijo: Es demasiado duro para mí hoy, que no quiera hablar mi alma conmigo". Quizás pensaba Belit-Seri en estas palabras cuando se dirigió a su Maestro. Y es que Belit siente cómo el desorden y las sombras en las que van quedando sus palabras, están quitándole poder a la magia de su nombre, y que sus súplicas a los dioses no harán ya posible ninguna realidad. De momento, el escriba ha podido apaciguar las malas vibraciones de Isefet, el caos, la injusticia, la maldad, pero no bastan conjuros ni figuras retóricas si no se recupera el privilegio de Maat. La suma de las conjunciones tampoco le dará más sabiduría, pues en el País de las Palabras el único sendero es el de La Verdad y la Gran Palabra solo le corresponde al Faraón.

La palabra es el único vínculo que los une, a Belit-Seri y a Uxa, en su constante peregrinar. Es un privilegio que les fue concedido por Thot, que es dios de todos estos signos. En el Camino la palabra está en cada piedra que se pisa, en el árbol que da sombra, en las imagenes que nos esperan en las iglesias, en los símbolos y en las leyendas. Ya decía el Apostol Santiago que fuéramos "hacedores" de la Palabra; practicarla era avanzar en el Camino, superar nuevas etapas. Es un privilegio que sólo está concedido a los que recorren el sendero, a los seguidores de los preceptos de un poder superior.

Belit busca en el diálogo con el Escriba Haty un conjuro para recobrar la serenidad de las horas perdidas, la calma, la alianza que comparte en las palabras de Uxa, allá a orillas del Nilo, en las tierras doradas de su juventud. Desde entonces la palabra de los dioses se ha entristecido por tantas ausencias y jeroglíficos incompletos; no hay nada que pueda desvanecer las sombras que deja la ausencia de Uxa. Belit piensa en ella, y en las palabras, y en las letras, y en los nombres.

Uxa continua el Camino; los monjes del Monasterio de Oubona le recomendaron seguir su Leyenda Personal. Lo hace con un lenguaje diferente, una gramática basada en la decisión y la perseverancia. En dirección a Grandas de Salime la ruta comienza montañosa y exige esfuerzos y sacrificios, cansancio y soledad. Después desciende y atraviesa bosques, lomas, puentes de madera, concejos; pasa por Borres, Alto de Lavadoira, Monte Furado, Berducedo, entra en iglesias, visita ermitas, lugares y nombres que revelan existencia. Es una tierra próspera, con la ternura húmeda en las líneas y en el color; la belleza del paisaje habla un lenguaje propio, atrayente y sugestivo, que exige a los peregrinos pensamientos y testimonios, descripciones y memoria.

Y así, mientras Belit-Seri sigue la caravana para cumplir los preceptos del Faraón, Uxa llega al monasterio del Salvador en Grandas de Salime, donde descansará. Allí, en su interior, se encuentran tres Caminos a Santiago: Astures, Galicia y el que llega de la costa. El retablo, la pila bautismal, las górgolas, las tallas, tienen un idioma sólido y a la vez armonioso que le inicia en el conocimiento de la realidad que tanto busca el Escriba: donde las piedras recogen el lenguaje de los peregrinos, Uxa intentará descifrar la magia que dejaron sus palabras –nombres y rituales– y que deberán de pronunciar los hombres.




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