Codex Calixtinus

"Todos los pueblos irán en peregrinación hasta la consumación de los siglos"

viernes, 20 de agosto de 2010

Una peregrina hacia Santiago





Si el Señor no protege la ciudad, en vano vigila el que la guarda.

(Lema del Temple)



Un tramo del Camino

He dejado atrás el páramo y me integro en un paisaje más amable y asequible. La mañana está conflictiva y arrastra con pereza sombras que anuncian lluvias cercanas. A pesar del cansancio, no puedo detenerme y sigo buscando en la historia el rastro del Escriba. No tengo elección posible; sólo cuando él rompa su silencio obstinado y dé a conocer su nombre, habré llegado al fin de mi peregrinaje. Conozco los riesgos, pero no me siento sola desde que sé de la existencia de unos monjes -valientes guerreros- que protegen a todos los que hacen el Camino. Quizás sean estos hombres devotos los guardianes de la Verdad que buscamos Belit-Seri y yo desde hace tanto tiempo, quizás sepan ellos cómo acortar el espacio que nos separa.

He recorrido un tiempo que ya no existe, pero a pesar de las distancias no se me hace largo. He pasado pueblos y cruzado ríos, he visitado iglesias y castillos y he refugiado mi impaciencia en albergues. Avanzo con rapidez hacia un horizonte que me atrae desesperadamente, entre arboledas y prados húmedos. "No puedo rechazar la belleza de mis viajes" … Estas palabras del Escriba son el credencial que me abre la puerta a ese destino que todavía tiene que llegar. De momento estoy cruzando un lugar armónico de robles y eucaliptos, aldeas de piedras, cruceiros, corredoiras entre muros de pizarra y solitarios valles. Este grávido camino traza nuevas perspectivas en mi corazón, y siento y sufro, veo y me alegro de este cambio interior que me transforma y me hace vivir momentos irrepetibles.

Belit-Seri, ¿dónde estás cuando te necesito? ¡Deberías de estar aquí antes de que se precipite nuestro otoño! Santiago está cerca ya y aunque el camino sigue mostrando benevolencia con mis piernas, empiezo a sentir el peso del legado anterior que me muestran las flechas amarillas. ¡Si al menos pudiera encontrar refugio para mi agotada ternura! Pero, mientras sigo buscando la Verdad y, aunque tú me dijiste que es ella lo más noble que un dios puede conceder, sé que no será Lugh quién me acompañe hasta el Pórtico de la Gloria.



"Del cielo la música va a dar comienzo,
pues los gloriosos concertistas
afinan risueños los instrumentos...
¿Estarán vivos? ¿Serán de piedra
aquellos semblantes tan verdaderos,
aquellas túnicas maravillosas,
aquellos ojos de vida llenos"...

(Rosalía de Castro)